Tiene tanta paciencia Domingo Rivero que no le importa quedarse solo en este agosto caluroso y asirocado.
Es más, disfruta el silencio. “Está bien eso de que todo el mundo se vaya para la playa; así me dejan tranquilo un tiempo para poder seguir hilvanando sentimientos y emociones. Es lo que tiene ser escritor: cada mirada es un mundo por descubrir y cada palabra un hilo de esperanza”, piensa el poeta.
Y nosotros, viajeros sin rumbo, pasamos a su lado sin hacer ruido: es mejor dejarlo tranquilo en su pasión creadora.





























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