Cuando Domingo Rivero, de niño, caminaba por las calles de Arucas, sus versos corrían por su imaginación desbordada, paciente y clara.
Sus palabras, que han superado el paso del tiempo, son tan certeras que cada verso parece que nos sacude la vida. Sí, está bien eso de "sacudir la vida", sobre todo, en estos tiempos raros, asirocados y vertiginosos.
Si se fija un poco, inteligente lector, podrá ver al poeta paseando por Guía o la capital.




























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