 Otra vez, un año más, las fiestas patronales nos vuelven a poner los pies en el suelo.
Otra vez, un año más, las fiestas patronales nos vuelven a poner los pies en el suelo.
El reencuentro con familiares y amigos es un ritual que cada año se repite. Y está bien que así sea. Es el devenir de la existencia. Un rato de distendida charla nunca viene nada mal en estos tiempos convulsos.
Casi casi es lo mejor que nos puede pasar.






























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