Los creadores de angustia, atentos, están por todas partes; disfrazados, los más, de políticos envanecidos con sus dineros en paraísos fiscales; otros tienen la forma de cargos intermedios, también de confianza, secretarios, consejeros, inspectores que no inspeccionan: amargan y amenazan la existencia de los trabajadores, convertidos estos en enemigos a los que hay que someter y poner de hinojos.
Solo desean, los creadores de angustia, que miremos siempre para ellos. Y los medios de comunicación, vendidos al poder político, y atrapados por los cataplines por el poder económico, mienten con argumentos también disfrazados.
Por eso lo único auténtico es la voz del poeta.



























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