Nuevo palo al abrazo de Triana y Vegueta
El patrimonio histórico de Gran Canaria es un valor cultural en sí mismo digno de ser protegido y resaltado. Además, en una región turística como la nuestra, es un activo económico que fortalece y cualifica la oferta.
No cabe duda de que las actuaciones privadas y públicas desarrolladas durante la anterior década significaron una apuesta importante por el primer centro histórico de Gran Canaria.
Rehabilitación de importantes edificios, como las Casas Consistoriales y el Teatro Pérez Galdós, la peatonalizaciones de calles como Cano, Obispo Codina o Mendizábal, la adecuación del pavimento de Triana o la Plaza Santa Ana, así como la rehabilitación de viviendas privadas, el aumento de la oferta de ocio y restauración o la modernización de la oferta comercial son buenos ejemplos de las importantes acciones desarrolladas para recuperar el centro histórico.
Todas estas actuaciones siempre han generado debates sobre lo acertado o no de las medidas impulsadas, pero creo que, globalmente, fueron acogidas con satisfacción por los ciudadanos y sirvieron para revivir barrios que agonizaban lentamente.
De entre todas las acciones quisiera destacar, por encima de todas, la demolición del espantoso Escaléxtric enmarcada dentro del conocido como 'Proyecto Guiniguada' que transformó radicalmente la imagen de la zona y, además, sirvió para reducir la intensidad del tráfico en el comienzo de la GC-110, una vía que todavía hoy parte en dos el centro histórico.
A pesar de la importancia de lo realizado, la demolición del Escaléxtric, reforzada por la rehabilitación y ampliación del teatro Pérez Galdós, fue un proyecto que se quedó en sus primeros pasos, en parte por la crisis pero también por la consigna del gobierno municipal que siguió al mandato de Pepa Luzardo de parar todos los proyectos que ellos identificaban con el PP a pesar de existir, en aquel momento, financiación y posibilidades administrativas para seguir avanzando.
El Proyecto Guiniguada comienza a diseñarse en el periodo en que José Manuel Soria era alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, encargándose la redacción del mismo al arquitecto Joan Busquet, que había desarrollado actuaciones parecidas en distintos lugares del mundo. Luego su ejecución comenzaría bajo el mandato de Pepa Luzardo con la demolición del Escaléxtric.
Aunque es difícil resumir el proyecto en pocas palabras, éste tenía varios pilares fundamentales: la depresión del tráfico de la Avenida Marítima por debajo de la desembocadura del Barranco del Guiniguada, la desaparición de la vieja carretera de Tafira, especialmente entre los puntos en que se encontraba los viejos puentes de Palo y de Piedra, aproximadamente entre Obispo Codina y la antigua Pescadería, la prolongación de Rafael Cabrera en doble dirección hasta el nuevo Palacio de Justicia, y ganar al mar un nuevo espacio libre casi de las mismas dimensiones que la Base Naval.
Esta superficie ganada al mar era estratégica. Además de una gran extensión verde formada con los rellenos marítimos y los espacios de la Avenida donde el tráfico se soterraba, servía para desviar el tráfico de la GC-1 hacia el Naciente mientras se hacia las obras de soterramiento de este importante vía.
Para hacerlo hacían falta varias cosas: los permisos portuarios para ocupar está lámina de agua que forma parte de los espacios controlado por la Autoridad Portuaria, presupuesto, posibilidades legales y voluntad política.
Los permisos de la Autoridad Portuaria los había concedido su consejo de Administración bajo la presidencia de Emilio Mayoral en septiembre/octubre de 2006. Dinero también había. Una parte lo ponía el Cabildo de Gran Canaria y la otra el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria de acuerdo al convenio firmado entre Luzardo y Soria, alcaldesa y presidente del Cabildo en aquellos momentos.
La cobertura legal para los rellenos marítimos y la depresión de la Avenida era absoluta, y ya había salido a concurso la selección de los redactores del Plan Territorial que diseñaría la ordenación de la superficie resultante que, como he dicho, serían nuevos espacios libres. Lo que faltó, en definitiva, fue voluntad política por parte de los nuevos regidores tras dejar el PP el gobierno de la ciudad y la presidencia del Cabildo en 2007.
Los nuevos gobernantes frenaron el desarrollo de los proyectos de ejecución de rellenos y de redacción de planeamiento ya licitados en ambos casos.
Y lo que es peor, renunciaron ante la Autoridad Portuaria a la concesión de los espacios en el mar que, como hemos visto, eran esenciales para el desarrollo del proyecto. Este fue un palo duro, el primer gran revés que sufrió el proyecto por la falta de voluntad política de quienes no supieron anteponer los intereses de la ciudad y la isla a las peleas políticas o, quizás, a la incapacidad de ver las oportunidades que se abrían con esos rellenos.
Alguien podrá decir que la crisis obligaba a otras prioridades, y estoy de acuerdo en que el ritmo inversor no podría ser igual, pero la justificación se cae en cuanto parte importante de aquel presupuesto no se usó durante años para nada, hasta tal punto que casi ocho años después se ha utilizado para que el Cabildo de Gran Canaria, con la generosidad del Ayuntamiento capitalino, haya podido prefinanciar con esos fondos la finalización de la IV Fase de la Circunvalación.
Recientemente el Proyecto Guiniguada ha recibido un nuevo palo: el acuerdo del Gobierno de Canarias, Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y Cabildo Insular de mantener la titularidad regional de la carretera que separa Vegueta y Triana dejando, además, fuera de cualquier actuación la necesidad de suavizar la dureza del tramo más importante, el comprendido entre Obispo Codina y el Mercado, por donde, en definitiva, transitan las personas y dónde estaban los citados puentes.
Con este acuerdo las tres administraciones incumplen de forma flagrante acuerdos aprobados por unanimidad de las distintas fuerzas políticas en los Plenos del Parlamento de Canarias, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y el Cabildo de Gran Canaria, algunos de ellos adoptados apenas unos días antes de darse a conocer la nueva propuesta de actuación.
Así, la mentalidad de los políticos que tuvieron que tomar las decisiones involuciona a principio de los años 70, cuando se primó el asfalto y las carreteras a la unión de Vegueta y Triana, con la diferencia de que entonces no tenían ni la alternativa de la salida San José, ni las posibilidades de hacerla ni la perspectiva de comprobar las consecuencias negativas de aquellas decisiones. Los actuales regidores sí tienen la alternativa y la experiencia de ver estas consecuencias pero parecen despreciarlas.
Se han impuesto los 'criterios técnicos' de cuántas más carreteras, mejor frente a unos responsables públicos que carecen de una visión amplia y de proyecto de altura para la ciudad y la isla. Con esta mentalidad, el tráfico seguiría pasando hoy día por la calle Triana.
Apostar por la unión de Vegueta y Triana, al igual que por las peatonalizaciones de determinadas calles, se corresponde con un modelo de centro histórico que se prioriza al tráfico y, por lo tanto, corresponde a los representantes de los ciudadanos adoptar tales decisiones.
Cuando se tiró el Escaléxtric se tenía la plena convicción de que la situación del tráfico mejoraría notablemente, pero aunque se tuviera la misma convicción que los agoreros del caos también se hubiera demolido porque el gran objetivo del proyecto era la apuesta por otro modelo de centro histórico a través del abrazo entre Triana Vegueta.
Por ahora tendremos que conformarnos con una actuación menor entre Obispo Codina y el Pambaso, con la que el cemento y el alquitrán seguirán separando Triana de Vegueta.
He citado a las personas que encabezaban las distintas corporaciones y que adoptaron decisiones correctas. También podría citar a otras personas, políticos y técnicos, que trabajaron duro para sacar adelante el proyecto, porque en esta isla, y resulta triste reconocerlo, hasta para tirar el Escaléxtric se tuvieron que superar extraordinarias presiones.
Felipe Afonso El Jaber es portavoz del Grupo Popular en el Cabildo de Gran Canaria






























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