El muro que no vemos
Estimado lector: si presta atención a las dos imágenes que acompañan este comentario, podrá ver que lo que hay de común en ellas es el muro de la calle. Seguramente tendrá unos 130 años o más, y ahí sigue, en pie, quitándonos el miedo de lo que un día fue un enorme cercado de plataneras, al ladito mismo de la iglesia de Arucas, y hoy es un aparcamiento con un patrimonio prehispánico escondido debajo del alquitrán. Claro que lo del patrimonio prehispánico sigue enterrado por falta de pesetas, duros y euros: la crisis, ya saben.
Sin embargo, a pesar de la grata presencia del tímido muro durante todos estos años, ni nos percatamos de su labor protectora. Es lo que tiene la sociedad de hoy: que no mira, que no se fija de tan "empantallada" que está...
Así que el muro no es más que una metáfora arquitectónica que nos da seguridad y que, además, sirve para guardar y proteger nuestra historia escondida. Debe ser que nuestros antepasados hicieron las cosas bien.
Y también nos protege en el presente, que es donde nos encontramos.
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