Autenticidad

No hay que irse muy lejos para descubrir autenticidades. Bien es cierto que las imágenes del exterior pueden ser, tal vez, más impactantes. Pero tengo para mí que aquí mismo, al lado, nos podemos encontrar con realidades no solo universales sino que, al ser tan nuestras, casi pasamos sin darnos cuenta. Por ejemplo, la imagen que acompaña este comentario. Los retratados, gente de Arucas de toda la vida, pararon al fotógrafo y le pidieron que inmortalizara el momento. Dicho y hecho.

Pero, ahora, en la tranquilidad y la pachorra de un sábado por la tarde, la imagen se ha hecho presente. Y tiene su historia: es el día de la procesión de la Burrita, en la calle de La Cerera de Arucas. Y hablar de la calle de La Cerera no es hablar de una calle cualquiera. ¡Es una calle CALLE! Mantiene su identidad intacta: los vecinos del lugar se vuelcan, a pesar de los pesares, en las alfombras del Domingo de Ramos. Y en Navidad iluminan los frontis y las luces alcanzan las aceras. La gente charla en las esquinas y de ventana a ventana. Abren garajes para asaderos y canciones de siempre. Se sientan en rincones como el de la imagen y dejan pasar la existencia con paciencia y agradables sonrisas. Otrosí, El Cafetín de la esquina: pequeño bar de encuentro de amigos y vecinos, en el que Juana, la panadera, a eso de las seis de la tarde, lleva el último pan fresco del día. Calentito. Los fumadores charlan en la calle, apoyados en los coches aparcados, y dentro se escuchan los reclamos del fútbol y de las carreras de coches, como se decía antes.

La calle, ¡oh milagro!, casi nunca está sola. Bueno, con el frío sí.

Por eso, en días señalados, la calle es más auténtica.

¡¡Y es de todos!!, como dijo el poeta.