Que las azoteas son lugares emblemáticos de las casas es algo que nadie niega. En ellas se tiende la ropa, se tienen (antes, más) animales y plantas y se organizan asaderos. Son lugares abiertos e íntimos al mismo tiempo. De pequeños eran auténticos campos de fútbol, inmensos, donde la imaginación rodaba al ritmo de la pelota hecha de calcetines viejos. Y rodó tanto que nos hicimos grandes y, ahora, con la distancia del tiempo, hemos vuelto a recuperar el espacio, ahora inmensamente pequeño.
Sí, son pacientes las azoteas.




























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