Cuando íbamos a la playa con los niños chicos, no podían faltar ni el balde, ni la pala, ni el rastrillo, ni los coches, ni los muñecos, aunque no los usaran. El balde, con agua o arena, no solo llenaba la imaginación de los pequeños, instalados en un mar y una playa inmensos, sino que la inundaba. Acaso como sus vidas por hacer, donde lo importante y lo trascendental era el momento del juego: el instante de la infancia donde la inocencia aún no se ha perdido y reina en el azul acompañando al sol del verano.
Falleció el Martes, 16 de Septiembre de 2025 en Las Palmas de Gran Canaria a los 76 años
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