Claro que una cosa es la superficie y otra, muy distinta, habitar en y bajo el agua. Es una realidad diferente, líquida, distinta, desconocida. Es el agua, el mar, el río, la frontera de dos orillas cercanas y lejanas; es la valla que a veces se levanta y nos muestra todo su poder. Pero también es el espejo de otras existencias que nos obnubilan, que nos atrapan como cantos de sirenas.
Es el mar, la mar: el amor y el odio al mismo tiempo.





























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