"Me dijo que salía un momento a comprar cigarros. Y no tuve reflejos. Estaba la mañana tan soleada y tan tranquila que no me la quería perder. Ya en la terraza, frente al Guiniguada, comprendí sus palabras, arrastradas por las corrientes subterráneas del barranco. Y de la soledad. Pero no se crean que me quedé esperando y esperando y esperando. Bueno, sí, un poco; al principio. Reaccioné, después, como Lezcano: de aquí nadie me echa. Y planté cara a la corriente adversa del mar Atlántico."






























Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.121