"Retrátame, corazón mío"

No sé cómo los rincones de la ciudad en la que vivimos se nos hacen presentes y, hasta cierto punto, llegan a resultar nuevos. Bueno, sí sé que cuando caminamos sin prisas y disfrutamos el recorrido, los lugares surgen casi como la primera vez. Por ejemplo, la imagen que acompaña este comentario. Rincón tantas y tantas veces hollado y el otro día, en estas Navidades de verano, se nos presentó como diciendo "aquí estoy: retrátame, corazón mío".

Y dijo "retrátame" porque es un rincón antiguo, viejo y nuevo al mismo tiempo, con solera, y conserva las palabras de su nacimiento, cuando Antonio Passaporte, el fotógrafo portugués que por aquí anduvo en los años treinta, recaló con su novedosa máquina de captar los momentos. Por eso ha dicho "retrátame", con toda la intención.

El rincón de la imagen tiene vida propia. Es verdad que ha conocido épocas de mayor esplendor, de mayor detenimiento, pero no se queja: sigue pasando gente por el lugar. Y eso para él es toda una declaración de vida. Claro que cuando el esplendor de la Sociedad Atlántida su vida fue más intensa. ¡Y aún recuerda las parejas que se ennoviaron en sus calles y esquinas! Y las declaraciones de "amor para siempre" que aún suenan en sus recodos más apartados y oscuros.

"Así que no me vengas con trapisondas, mi querido retratista aficionado: yo siempre he estado ahí; tú has sido el que no me has descubierto hasta hoy. Pero no creas que estoy enfadado. Sé que la vida es así y los que ya peinamos bastantes soledades sabemos mucho de eso. Pero no creas que soy desagradecido. Estoy muy contento de que me hayas redescubierto. Y ahora, a través de este medio tan novedoso para mí, sé que otros se percatarán de mi existencia...

Ya te iré contando, amigo retratista."