¡1978 ya pasó! ¿Y ahora qué?

Opinion

juanantoniosanchez2014buenaDesde que la democracia llegó a nuestro país hemos estado inmersos en una rutina desinteresada con respecto a quienes llevaban las riendas de nuestra sociedad y la función que se presumía hacían en relación a sus mandatos. Esta cotidianeidad ha durado el tiempo suficiente para vivir una bonanza económica sin parangón y sentir cómo a partir de un sueldo notable con respecto a la carestía de la vida y el PIB del Estado, íbamos progresando en pos de una Calidad de Vida a la que nuestros compañeros del continente se esforzaban por llegar, sin duda, dando un envidioso aspecto de Bienestar Social rayano en la abundancia.

La permisividad dada a los políticos sin en cambio, nos ha demostrado una vez terminada "la época de las vacas gordas" que estos callaban desalmados los pingües beneficios oscuros transmitidos desde la empresa privada a los bolsillos públicos de más de un dirigente al que no le bastaba con un sueldo ventajoso con el que vivir sobradamente y con un lujo medio, sino que se las prometía cada día más felices en pos de un dinero que no se agotaba nunca, procedente de las arcas públicas y por ende del erario del ciudadano despistado en visitar el apartamento en la playa, la plaza de aparcamiento privada en un piso con escasa hipoteca o en cambiar de coche cuando apenas esté rodaba unos pocos miles de kilómetros.

Eran proliferas las hipotecas consumidas hasta mediada la primera década del siglo XXI que aun no estando pagadas en su totalidad, las entidades bancarias y financieras acostumbraron a revisarlas y aumentar su capital con objeto de que el mercado inmobiliario "se moviese más que una barca en un torrente". Así comenzaron a venderse a un ritmo desenfrenado apartamentos excelentes por cantidades irrisorias, parcelas en terrenos inciertos cuyo proyecto se mantenía en el aire el tiempo justo de que el Plan de Urbanismo fuese redactado en boceto para comenzar las obras por las que más de un regidor se sirvió para ganarse un buen sobresueldo sin mediar en nada su competencia. Los concesionarios de vehículos se frotaban las manos con la continua marea del mercado automovilístico, vendiendo sin problemas el coche que cada familia deseara al contado, pues el dinero ya venía de las sobras en la compra del apartamento, la parcela, la plaza de garaje privada o el pisito reformado a la vez. Un montante en la hipoteca que se pagaría a años luz de distancia sin ningún problema, no obstante los cabezas visibles de la firma ante notario eran poseedores de lo que hoy carecen, un trabajo bien pagado con el que satisfacer los lujos en los que se habían metido con los ojos vendados y llenos de expectativas futuras.

¡Qué pena! ¿Verdad? Todo esto es el resultado de unas malas artes lideradas por aquellas entidades bancarias hoy causantes de unos daños irreparables a muchas de esas familias que estando en la "clase media" social, fueron desprovistas de sus recursos con la decadencia económica y el mercado laboral decreciendo a ritmos espectaculares. Familias enteras en la ruina con los inmuebles en poder de los que les instigaron a la compra y el coche con más kilómetros que "el baúl de la Piquer" de buscar trabajo desesperadamente sin éxito alguno en muchos casos desde hace más de cuatro años. Las prestaciones sociales se fueron al garete y el único recurso que les queda es la pensión del abuelo y el piso que afortunadamente esté tenía pagado antes de caer en las zarpas de las Cajas de Ahorro malintencionadas.

Ahora comienza a repuntar la economía, tal y como dice el Presidente en sus declaraciones pero ¿y las familias desahuciadas? Esas que no volverán a tener un piso en propiedad en lo que les reste de vida, las que se agarran al clavo del trabajo precario sin unas cotizaciones que con los años les otorguen una jubilación medio estable pues los amagos del Gobierno por animar al contribuyente para contratar un Plan de Pensiones es mera hipocresía ante los pocos ahorros o ninguno al que un trabajador pueda aspirar.

Los años pasan y la vida continúa dándonos muestras de que la política en su conjunto es un factor a tener muy en cuenta, no podemos quedarnos con tan sólo el ejemplo de democracia que nos da nuestro derecho a elegir y depositar el voto en las urnas, el compromiso social va mucho más allá de este gesto si queremos aprovechar el repunte económico en favor del crecimiento en el empleo. Valernos de un alquiler puede ser el comienzo de concienciarnos en la posibilidad de que vivir como arrendatario con un sueldo digno para pagar el alquiler, los recursos básicos y un coche al nivel de nuestro poder adquisitivo es la manera de sobrevivir con una cierta tranquilidad si el trabajo comienza a asentar unas bases susceptibles de ser aprobadas por todos los agentes sociales intervinientes en su proceso de regeneración.

El alquiler ha sido un modelo de vida al que estábamos acostumbrados antes de llegar la democracia a nuestro país, lo de "una vivienda digna" que establece la Constitución Española de 1978 no da pie a que dicha vivienda sea en propiedad o en arrendamiento, es el derecho legítimo a tener un techo donde cobijarse al que hace mención dicho artículo. ¿Por qué no podemos volver a hacer repuntar el stock inmobiliario mediante un compromiso acertado de las cajas que se apropiaron por impago de miles de ellos, de un precio más que razonable de las que el Estado construye o las diferentes comunidades autónomas gestionan? La decencia en el modo de vida es la misma si eres dueño o no del lugar donde habitas, tan sólo unas normas de convivencia que son parejas en cualquier entorno social y el pago de los gastos inherentes a la vivienda son suficientes para empezar de nuevo.

Pero para poder hacer todo este camino la necesidad apremia, el derecho al trabajo es fundamental pues sin él, ni en alquiler ni en propiedad podremos habitar una vivienda a la que tenemos derecho. Es por tanto urgente asistir al comienzo de la regeneración en el mercado laboral, hacerlo más competitivo pero no por ello dejarlo a precio de saldo por debajo del poder adquisitivo que establece las normas de subsistencia en un país como el nuestro y dando por añadidura todos los pasos que sean necesarios para limpiar de corrupción los pasillos del Parlamento, los Plenos Municipales o las reuniones tapadas. Ya no es admisible creer a un Gobierno que trata antes de comenzar la campaña electoral instaurar unos modelos de austeridad entre sus filas que se daban por supuestos ante la crisis que asolaba el país; viajar en business era algo susceptible al alto standing de miembros en el Gobierno y sin embargo, los asientos de primera se han estado reservando a todo aquel jefecillo cualquiera que fuese recomendado con botellín de champagne incluido en el servicio pagado con el dinero que necesitaba el ciudadano para abastecerse de recursos básicos en el hogar y mantener a su familia pudiendo pagarles una comida al día y el contador del agua potable.

De quién lleve a cabo todo este trabajo de regeneración política manifiesta, de limpiar hasta la extenuación las miserias del pueblo depende el futuro de cientos de miles de familias y el progreso de una sociedad que se está quedando en niveles por debajo del normal europeo.


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