Los turroneros, una empresa que llamamos familia
Todo en verano cambia de color, su brillo amortigua el de las cosas, la mirada de la piel, el paso de la luz y todo bulle, reduce, se exhibe, canta, se engría. Entre las cigarras y los grillos desliza su declaración el chichibeo. La pasión y la temperatura pasajera, los dos humedecen los cuerpos. Todo el verano tiene un ritmo distinto. La luna abre las puertas a una piadosa luz, después de una gran pausa muda que eriza el lomo de la esquina... EL TURRONERO por fin hace sonar su música y en un solo gesto, turrones de gofio y almendras "La Moyera". Los amores de uno en otro todos se extinguen con el tiempo, solo el amor propio no.
Estos hombres que en generaciones van como nómadas a todas las fiestas. Las noches son en su trabajo el castigo de soportar el ir y venir de multitudes que caminan, se paran, siguen en una orientación vertical, a veces multitud que pasan junto a sus dependencias donde los colores sabían coquetamente en las manos de un niño que apresura rompiendo el papel para devorar ese exquisito regalo que es el TURRON. Ambulantes y coloridas cajas amarillas con su toque rojo que despiertan que la Fiesta está aquí.
Silenciosos, vigilantes y muchas veces solos, guardianes de esquinas de noches frías o calurosas, de luna azul y brisas templadas, acariciando banderas, mástiles que el viento acaricia sin cesar y el murmullo del viento nos hace pensar que es nuestro invitado de honor.
Son los primeros que llegan y los últimos que se van por ambos caminos de pueblo a pueblo. Son los turroneros, silenciosos que florecen en cada fecha en un cielo duro y brillante.
Fiesta de Las Nieves, Agosto 2015
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