El Gabinete de Crisis se había trasladado desde la Casa Consistorial a la plaza del pueblo. Aquel sábado de junio, a punto de elegir al nuevo alcalde, congregó en el lugar a los distintos corrillos tertulianos, agrupados según tendencias.

Las opiniones, como imaginarán, para todos los gustos; como debe ser. Pero esta vez había algo nuevo: partidos y agrupaciones de electores que por primera llegaban a la corporación. Sí, se ha producido un cambio de ciclo, aunque algunos sigan mirando para el mismo lado. En la calle, en la plaza, los tertulianos improvisados y opinadores de la actualidad del pueblo intentaban averiguar, algunos, de quién era hijo el nuevo alcalde, mientras que otros, quizás más desencantados, auguraban al pacto una duración máxima de dos años. Los de más allá priorizaban el partido de la Unión Deportiva (Depresiva, para algunos) mientras que otros añoraban el prestigioso Torneo de Fútbol del Arucas CF en las fiestas de San Juan. Lo mejor fue que la calle estuvo animadísima y sirvió, sobre todo, para recuperar las viejas amistades y saludar con pachorra y lentitud a los amigos y conocidos. Se había recuperado el contacto directo con los vecinos. Ya saben: la calle como bien común. Es una pena que estos ratos se hayan ido perdiendo. Debe ser cosa de los nuevos tiempos; sí, eso parece. Solo faltaba que el Mercado Municipal estuviera abierto para que aquel luminoso y cálido sábado de junio fuera perfecto. Al final, los tertulianos de más edad no lograron averiguar de quién era hijo el alcalde:

--No, no, no sé quién me dices. Esas son gente nueva.

Y así, poco a poco, y en un ambiente festivo las tertulias se fueron diluyendo en las cervezas y los rones y las tapas de los bares cercanos: el de Fafo, el de Isidro el de La Goleta, el de Perera (que es el primero que abre y antes de las ocho de la mañana ya ha despachado más de doscientos "cafenes"), el bar Dávila...