La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) ha vuelto a pedir, con motivo de la reforma de la nueva Ley Antitabaco, prohibir, de forma permanente, fumar o vapear en espacios públicos abiertos como, por ejemplo, las terrazas.
Esta prohibición debería ser permanente, y no temporal, con base en las conclusiones de una revisión de estudios publicada en la revista científica Open Respiratory Archives, según la cual fumadores pasivos expuestos al humo de tabaco de segunda, tercera y cuarta mano y a las sustancias tóxicas que liberan los dispositivos electrónicos (como los e-cigarrillos), tienen mayor riesgo de sufrir infecciones cardiorrespiratorias y de contagiarse de la COVID-19, especialmente si son personas vulnerables.
Esta exhaustiva revisión expone que las terrazas son lugares muy frecuentados por fumadores y vapeadores, hasta el punto de que la prevalencia de consumo de tabaco o vapeo en ellas es del 88% en España. Por cada persona que fuma en estos espacios, aumenta un 30% la contaminación del aire ambiente del lugar. Todo ello provoca que los no fumadores estén expuestos a importantes concentraciones de gases y partículas nocivas que proceden de la exhalación del fumador (humo de segunda mano), la combustión del cigarrillo, las colillas (desecho considerado humo de cuarta mano), así como la mezcla de todos estos tóxicos procedentes del fumador con gases de la atmósfera (humo de tercera mano). Además, los agentes químicos presentes en estos locales se mantienen en el tiempo al adherirse a la ropa, objetos u otras superficies de las instalaciones de las terrazas.
Durante la pandemia, se prohibió fumar en las terrazas temporalmente para evitar los contagios por el virus SARS-CoV-2. Ahora, esta nueva revisión, confirma que los aerosoles y el humo generado por los cigarrillos y los dispositivos electrónicos pueden ser fuentes de COVID-19. Esto se explica porque las partículas del virus SARS-CoV-2, de 0,1 m de diámetro pueden adherirse a las partículas y gotitas de los aerosoles de tabaco que tienen un diámetro mayor, entre 0,2 y 0,5 m., de forma que los aerosoles cargados con el virus pueden viajar hasta distancias de 7-8 m., aumentando el alcance de contagio más allá de 1 o 2 metros habituales.
Actualmente existe una evidencia científica sólida acerca de la asociación entre la exposición pasiva al humo del tabaco y el desarrollo de enfermedades cardíacas y respiratorias, tumores, infecciones respiratorias o trastornos fetales. Y también más evidencia científica sobre los efectos del vapeo en nuestros pulmones.
Las terrazas donde se fuma o vapea no son lugares seguros ni saludables, porque no existe un umbral de seguridad para las concentraciones de humo de tabaco en estos ambientes, aunque el mayor daño está relacionado con la menor distancia del fumador o la duración e intensidad de exposición. Las poblaciones más vulnerables son los niños, las embarazadas, los trabajadores de la hostelería y los pacientes con enfermedades crónicas preexistentes.

































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