Al celebrarse el 8 de septiembre la onomástica del nacimiento de la Virgen; a su octava se conmemoraba el que se hubiese impuesto el nombre de María con la celebración de las fiestas del Dulce Nombre de María, la Fiesta de las Marías como ha sido popularmente conocida
España fue la primera en solicitar y obtener de la Santa Sede autorización para celebrarla, cuando en 1513 el papa León X concede a la catedral de Cuenca dedicar una capilla con ese título.
Después de algunos cambios en su ubicación, San Pío X la volvió a poner el 12 de septiembre; ya que el 12 de septiembre de 1683 el papa Inocencio XI así lo había declarado para perpetuar la victoria que los austriacos y polacos, mandados por Juan Sobieski, consiguieron contra los turcos ese año en Viena.
Por ello, en agradecimiento a la Madre de Dios, Inocencio mandó que se celebrase en toda la Iglesia la fiesta litúrgica del Santo Nombre de María coincidiendo con la misma.
“La hora histórica de la batalla definitiva de Viena sonó al alborear el límpido sol del día 12 de septiembre” pronunció Pío XII en el radiomensaje con motivo de la beatificación de Inocencio XI.
En Teror, se celebraban en estas fiestas, las de la octava, como las Fiestas patronales terorenses, con la función que el Colegio de Abogados ofrecía a la que era su Patrona desde 1776 y posteriormente desde hace medio siglo, con la misa y procesión vespertinas, que ofrecía la única ocasión de ver un discurrir nocturno de la Imagen por las calles de Teror.
Como el Vaticano autoriza celebrarla en la infraoctava (el primer domingo en los primeros seis días de la octava) puede suceder el que se festejen con poco tiempo de separación entre el Pino y las Marías.
Asimismo, en varias ocasiones en los dos últimos siglos, ha servido para reubicar las fechas de la novena para que coincidieran por decisión episcopal con determinadas fechas. Así, en septiembre de 1871, el obispo José María Urquinaona y Bidot determinó que la novena comenzase el sábado 9 de septiembre -víspera del Dulce Nombre de María- para que concluyese el domingo 17 y en él se diera la Sagrada Comunión con mayor comodidad de los fieles; celebrándose asimismo una fiesta de acción de gracias por el beneficio de la lluvia obtenida por la mediación de la Virgen del Pino, invocada a su iniciativa por el pueblo asistente en novena de rogativas.
O en 1914, año de la concesión del Patronazgo sobre la Diócesis de Canarias, en el que la novena comenzó el cinco para que culminase el domingo 13, en el que Las Marías tuvo una solemne función y panegírico, a la que asistió el obispo Marquina, para así dar más relevancia a la Fiesta de las Marías de aquel año y culminar con ello las celebraciones del Patronazgo.
LA PROCESIÓN DEL DÍA DE LAS MARÍAS (1974)
El Día de las Marías de 1974 tuvo un imprevisto añadido que desde entonces quedó ligado al mismo. En el atardecer del 15 de septiembre de 1974 tuvo lugar la primera procesión de Las Marías.
No aparecía en el programa de las Fiestas; pero todo tiene su explicación.
El 8 de septiembre, el obispo Infantes Florido trató en su homilía del proceso de restauración que se estaba llevando a cabo en aquel verano en la talla de la Virgen, de la intención de mostrarla sin las vestiduras y de como tratar el tema de sus joyas. He escrito muchísimo sobre todo ello.
Los días siguientes fueron de profunda consternación y de un creciente nerviosismo entre el pueblo de Teror, que si bien respetaban al obispo; querían contestación clara a algunos temas con los que no estaban de acuerdo.
La ocasión vino de la mano de la decisión del Ministerio de Educación y Ciencia de conceder al municipio de Teror un Instituto Nacional de Enseñanza Media comunicada al ayuntamiento la mañana del 13 de septiembre, cuyas instalaciones se ubicarían en el antiguo Colegio Salesiano, luego Colegio Diocesano y hoy en día, sede de las Oficinas Municipales de la Villa.
La tarde del viernes, 13 de septiembre, un grupo de unas 300 personas acudieron a las Casas Consistoriales, donde el alcalde Manuel Ortega Suárez quería leerles el comunicado de la creación del instituto y hacer pública conmemoración de ello. “Es la mayor satisfacción en mis dieciséis años como alcalde de la villa”; expresó don Manuel.
Según declaraciones de testigos, al término de dicha manifestación convocada por tan alegre motivo “uno de los presentes se dirigió al alcalde para pedir autorización, con el fin de tratar un tema de carácter religioso - espiritual que afectaba a toda la villa. Hubo murmullos de aprobación y algunos aplausos cuando el alcalde concedió su autorización. Se debatió entonces el tema, y la opinión mayoritaria era contraria a los propósitos del Obispado”
Se tomó la decisión de nombrar a un grupo de personas comisionadas para dirigirse a Infantes Florido, que se encontraba en la Basílica.
Lo siguiente es historia de Teror y escribiré más detalladamente sobre ello. Los enfrentamientos verbales en la trasera de entrada a la sacristía de la Basílica -ya por entonces con la misma configuración arquitectónica que conocemos-; las palabras de unos y otros, la inicial negativa a cualquier tipo de reunión por parte del clero presente en el templo con motivo de la celebración de la Novena al Pino, la reunión con el obispo y hasta el tema de la maleta para que éste se volviera a Sevilla.
Cuando uno de los presentes gritó a uno de los sacerdotes lo de “aquí el único que se va a poner en la puerta de la calle es usted que vino el otro día, porque esto es de la gente de Teror…” se inició un punto de inflexión. Un antes y un después en las relaciones del pueblo de Teror con el clero del templo del Pino.
Teniendo en cuenta asimismo que la opinión de los terorenses no era completamente unánime y en la iglesia que ya se anunciaba para los años siguientes, muchos pensaban igual que el obispo.
Después de todo esto y lo que vino después, nada volvió a ser igual que antes.
Ni después de que el obispo diera su palabra de que la imagen de la Virgen, una vez concluido el proceso de su restauración “volvería a ser, revestida de sus ropajes y joyas, si así lo querían los fieles”
Se criticaron otras cosas en la reunión, como la decisión que se había tomado de sacar en procesión a la Virgen el Día de las Marías, que a juicio de los presentes no estaba de acuerdo con la tradición. El prelado respondió a todo con serenidad y reafirmó su promesa de “consultar con frecuencia la opinión de los feligreses de la villa”
Aquello terminó sobre las diez y media de la noche y con más de mil terorenses llegados de los alrededores del casco y hasta de algunos barrios dando tumbos exaltados por la plaza de Nuestra Señora del Pino, Alameda, calles, …
Sin entrar en las mil teorías que se sacaron de la intención episcopal, de frases como “lo que el obispo quiere es llevarse las joyas para hacer limosnas y para edificar viviendas y escuelas” o que las quería para “llevar al Museo Diocesano”; las palabras del obispo el Día del Pino cuando dijo que exhortaba a “todos los diocesanos a que sepan encauzar sus oraciones, para la Madre común, de forma que cada objeto precioso que la devoción le inspire entregar a la Virgen, lleve implícita su voluntad de que en un momento dado pueda destinarse a socorrer las necesidades, del prójimo y así, al honrar a la Virgen, la honrarían doblemente, a sí misma y a sus hijos más débiles” se interpretaron de todas las maneras posibles. Opino personalmente que la mayor parte de las veces con muy mala intención.
Dos días más tarde se celebró la primera Procesión del Día de las Marías. Sin estar programada. Era lógico que muchos vieran en ello, un intento por parte del obispo y algunos sacerdotes de querer congraciarse con los feligreses, tras el fortísimo impacto de lo anunciado el Día del Pino.
A media mañana, Francisco Hidalgo, Arcipreste de la Catedral celebró la función, presidida por el Muy Ilustre Colegio de Abogados de Las Palmas que venía a rendir homenaje a su Patrona, Nuestra Señora del Pino. En la tarde de aquel 15 de septiembre de 1974, Infantes Florido celebró la Santa Misa, predicó la Novena y la imagen de la Virgen salió por primera vez por la calle principal de la Villa.
Eusebio García Delgado, párroco de Nuestra Señora de las Nieves en mi barrio de Eñl Palmar escribió que “se le quiso dar como expresión de homenaje del pueblo de Teror a su patrona. Pero no presenciaba el acto sólo el pueblo de Teror. Había mucha gente de toda la isla. Muchos vivas a la Virgen nacidos de una devoción y un fervor limpios y de un deseo reprimido de reparar posibles ofensas a la Virgen querida. En el ambiente sólo había una idea: el triunfo real de la Madre de Dios sobre el corazón de todo hijo bien nacido, de todo canario orgulloso de tener una Madre tan grande y maravillosa”
Al entrar la Virgen comenzó a llover.
En 1975, la procesión sí apareció en el Programa del Pino, en el que se anunciaba para el 14 de septiembre que:
“A las 8 de la tarde, Solemne Misa de Pontifical que predicará el Eminentísimo Sr. Cardenal D. Vicente Enrique y Tarancón, con asistencia de las Autoridades Locales. Finalizada la misa, procesión de la Milagrosa Imagen de Ntra. Sra. del Pino por la calle principal de esta Villa”
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