Sáhara y Canarias, un panal de rica miel
Defiende Augusto Monterroso en Movimiento perpetuo que en la literatura y en el arte desde que el hombre existe solo hay tres temas: el amor, la muerte y las moscas. Alguien podría echar de menos el poder y entonces se nos viene una avalancha de títulos: Edipo Rey, Memorias de Adriano, Macbeth, Tirano Banderas, 1984, El señor Presidente, El señor de las moscas y muchísimos más porque, después de todo, las relaciones humanas se han basado casi siempre y se basan, todavía, en relaciones de poder. Y las moscas siempre revolotean alrededor del poder, se alimentan de la muerte e incluso rondan el amor. Así que concedámosle a Monterroso que solo hay tres temas principales porque las moscas sobrevuelan sobre todas las cosas. Así debió entenderlo Jean-Paul Sartre cuando escribió una obra de teatro sobre el mito de Electra y su hermano Orestes y la tituló Las moscas. Ya Antonio Machado supo ver que las familiares y sempiternas moscas, inevitables y molestas, nos evocan todas las cosas. Todos nos sabemos de memoria la fábula de Samaniego o recordamos el inicio: "A un panal de rica miel/dos mil moscas acudieron, /que por golosas murieron". Aunque solemos olvidar la moraleja -- "Los humanos corazones/perecen en las prisiones/del vicio que los domina"-- porque en este país pareciera que no hay corazones humanos ni vicios ni comisiones, digo, prisiones. Las golosas y vulgares moscas también son los insectos de la muerte como nos recuerda Monterroso: "Las moscas transportan, heredándose infinitamente la carga, las almas de nuestros muertos, de nuestros antepasados, que así continúan cerca de nosotros, acompañándonos, empeñados en protegernos". Hay moscas para todo, tenemos la mosca borriquera y la cojonera, la mosca del vinagre y la de la fruta. Asimismo, el idioma nos ofrece algunas expresiones: estar con la mosca detrás de la oreja o picarle a alguien la mosca lo que ciertamente es molesto. La persona mosqueada se siente recelosa, desconfiada e incómoda porque algo la inquieta; suele enojarse y a veces hasta responde con resentimiento. Coloquialmente este diminuto artrópodo se asocia con una persona impertinente y pejiguera. Las moscas no respetan nada y se posan en los lugares más insospechados. Así, tenemos una Virgen de la Mosca en una pintura flamenca de 1520 que recibe ese nombre por la presencia del díptero sobre la rodilla izquierda de la Virgen a modo de trampantojo. Recientemente también estos insectos le zumbaron los oídos a la nueva Ley de Educación y se posaron en las frentes del profesorado de Filosofía y de Historia de Canarias. Muchas familias se preguntaban para qué sirve la Filosofía, querían argumentos convincentes. La respuesta ya la había dado hace mucho tiempo un tal Ludwig Wittgenstein: La Filosofía sirve para enseñar a la mosca a escapar del frasco y que luego pueda revolotear libremente por la Geografía e Historia de Canarias. Por cierto, en La Gomera se encuentra una especie de mosca asesina, la Promachus gomerae, que dicen juega un papel importante en el control de plagas y también está la muy jodelona Pseudolynchia canariensis más conocida como la mosca de la paloma, ave que simboliza la paz. Ya se habrán percatado de que el que esto les cuenta está mosca.
Todo esto viene a cuento por la vergonzosa carta del presidente español Pedro Sánchez al rey Mohammed VI y el reconocimiento de la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara. Igualmente me llamó la atención una foto del presidente en torno a una mesa redonda en la que estaban presentes, además del rey marroquí, el príncipe Muley El Hasán; el hermano del rey, Muley Rachid; el presidente de la Cosa marroquí, Aziz Ajanuch; el consejero del rey Ali Himma, y el Naser Burita, ministro de Exteriores marroquí. Por parte española estaban sentaditos el ministro de Exteriores José Manuel Albares y Ricardo Díaz-Hochleitner, embajador español en Rabat. Al fondo de la foto se aprecia la bandera de España puesta al revés, lo que para muchos resultó mosqueante. Ante semejante estampa me acordé de un simpático cuento de Pedro Lezcano -- Diario de una mosca-- y de las moscas, porque siempre hay una alrededor de los sátrapas. El poeta después de una estancia en los campamentos de Tinduf nos contaba que "El Sáhara ha matado de sed a los mosquitos y de hambre a los demás insectos". Pero, asombrado, comprobaba que en el desierto hay moscas a millones de millones. Entonces, se preguntaba "¿de qué vive la mosca saharaui?" y se respondía: "Yo pienso que a la mosca le asiste en el desierto igual milagro salvador que al hombre: vive de puro patriotismo". Vuelvo a la visita del presidente Sánchez a Rabat y viendo más detenidamente la foto descubro mosqueado que no hay rastro de moscas comunes, solo moscardones y moscones.
Mientras escribo estas moscas, en la radio cuentan que "Marruecos halla petróleo entre el Sáhara y Canarias mientras negocia la soberanía de sus aguas con España", que "Marruecos intensifica un 105% el expolio del fosfato saharaui en territorio ocupado". Cambio de dial, suenan Los Coquillos con Báñate en Las Canteras y entonces amarro el baifo, no vaya a ser que se me escape y se me haga devoto de la dinastía alauí.
Felipe García Landín
































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