Cada palo aguanta su vela
Cada cual se tiene a sí mismo y a sus circunstancias.
Cansado ya de su lucha contra los elementos implacables, el viejo galeón empieza a estar harto de los avatares de la vida. Ahora busca un lugar tranquilo, al abrigo de mareas y tempestades.
En ese momento de su existencia, inevitablemente, llegan a sus recuerdos los maravillosos días de su creación, cuando manos cariñosas forjaron sus maderas y otras consiguieron que sus velas fueran lo suficientemente fuertes como para avanzar en su vida.
Ahora sólo busca acabar con esta relación de vasallo fiel a las olas, tan unidas a su existencia, y espera encontrar un lugar apacible donde descansar.
De pronto, una voz profunda le saca de sus sueños y le increpa casi a gritos: es el mar, el cual, harto de sus lamentos, le dice: Perdona, viejo amigo ¿de qué te quejas? ¿No ves que yo cargo el peso que tú llevas y además te llevo a ti?
Cada cual se tiene a sí mismo y a sus circunstancias.
Miguel Rodríguez Romero































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