Ignoro si el sueño de todo fotógrafo es captar más allá de lo que ve por la mirilla de la cámara.
Tengo para mí que algunos profesionales desean casi siempre abarcar más de lo que presenta la imagen propuesta. Si prestan la debida atención, podrán comprobar, en este caso, que hay dos momentos: lo que de frente se observa y lo que está detrás: la fachada de la casa que ha quedado a nuestras espaldas.
La señal de tráfico nos ofrece dos posibilidades, acaso como la vida misma.
Así que las dos fachadas, blancas y señoriales, contribuyen a realzar el conjunto de la calle: justo en el lugar donde se bendicen los palmitos en la procesión del Señor en la Burrita.
PD: Sin embargo, las dichosas señales distorsionan la estética de la arquitectura callejera. Pero eso es otra historia.
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