Leí el primer poema al socaire de la terraza galdense una tarde tranquila, serena y agradablemente lenta; poco después de adquirir el libro un 23 de abril, como no podía ser menos, en El Norte, imprenta-librería que vive desde 1928 en la ciudad norteña.
Mientras la algarabía infantil se adueñaba de toda la Plaza, y de los alrededores también, lo abrí al azar y di con la página 149 donde el poema “Ayer salió” se convirtió en las primeras palabras que escuchaba de Baltasar Espinosa, a quien desconocía totalmente. El autor recordaba a su madre, donde con aparente sencillez, mezclada con la metáfora más sugerente, ofrecía testimonio claro de que su mirada, detenida, consolidaba el arraigo en las calles de la infancia, en las que otra vida tuvo lugar. Y los niños que ahora corren por la Plaza, a todas luces para ellos claramente insuficiente, vienen a representar el tiempo nuevo en el que ha tenido lugar otro agradable descubrimiento gracias al trabajo serio y riguroso de Josefa Molina, “alma mater” de la edición de este libro: Baltasar Espinosa, Obras Completas (1962-2011), Mercurio Editorial, Madrid, 2021. Y, por supuesto, al contar con la autorizada voz de Ángel Sánchez sirve de complemento a todo el conjunto. Y lo llenan de palabras verdaderas. Así que Molina, Sánchez y Espinosa, como si un trío fuera, nos han regalado un tiempo nuevo, una novedosa melodía, unas palabras nuevas en las que los sentimientos y las emociones traspasan el papel. Eso de recuperar las voces perdidas es, cuando menos, un milagro para los ávidos lectores.
Tenía razón Josefa Molina cuando me decía que “te gustará su poesía”. Y no solo acertó sino que, además, el libro camina por toda la casa. A veces está en la cocina, otras en la mesa habitual de trabajo, donde la montaña de Lomo Jurgón se turna con la de Riquiánez y, por supuesto, en la mesa de noche, después de haber pasado la tarde entre la azotea y los escalones de la entrada. Esto de acostarse con un poema es todo un lujo, donde la vida fluye como un río incesante. Me gusta la mirada de Baltasar Espinosa pues creo que vino a este mundo con el respeto por delante. Por eso sus versos, felizmente recuperados, vienen a indicar que han superado el paso del tiempo. Espinosa es un poeta imprescindible porque desde su sinceridad atenta al detalle minucioso se ha transformado en ese corazón incansable que siempre late y que siempre presente está. ¡Me pregunto aún cómo ha podido estar en el olvido tanto tiempo!
Y, lentamente, he saboreado su poesía clara y diáfana, con los artificios justos, como a mí me gustan. Así que gracias a Josefa Molina porque ha devuelto a la vida a un poeta grande. Y eso, en estos tiempos tan raros, es toda una proeza. Además, la selección de fotos que acompaña deviene en otra poesía. Pero eso es otra historia.
































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