Las miserias

Opinion

leonilo2020Cuando a miserias nos referimos, no siempre lo hacemos para reflejar un estado de carencia que impide acceder a lo básico para el normal desarrollo de la actividad humana. Este tipo de miseria causa dolor, por reflejar un permanente sufrimiento en las personas a quienes afecta. Existe otro tipo de miserias, que no reflejan un estado de necesidad, sino al contrario. Están quienes, navegando en la abundancia, suelen buscar más. Podríamos estar frente a personas —si dentro de tal categoría cupiesen— insaciables. Que dicho de otro modo, lograríamos catalogarlas como aquellas que presentan una enorme voracidad. Todo aquello que es susceptible de ser acapararado. Las primeras, las que afectan al normal desarrollo de las personas, son dignas de conmiseración. Sin embargo las otras, las que surgen de la ambición, si algún sentimiento suscitan es el contrario.

No escasean los ejemplos, pues la ambición humana no parece tener límites. Tampoco de las otras miserias, las de la necesidad. Entre ambas existe algo común: la imperiosa obligación de erradicarlas. No me atrevería a decir cuál con mayor urgencia. Quizá, asimismo compartan la premura de su erradicación. Sea por lo uno o por lo otro, las miserias cuanto más lejos mejor, a ambas me refiero. Si las unas de dignas tienen poco, pues si por algo se caracterizan es por socavar la dignidad de quienes la padecen, las otras también se caracterizan por ello, por la indignidad de quienes las practican.

Con la migración, por referirme a algo de actualidad, se da tal circunstancia. De un lado, quienes huyendo de las miserias de su país se enfrentan a la incertidumbre de un viaje. Un viaje cargado de peligros por las condiciones de la mar y el medio de transporte utilizado. A pesar de ello, de estar jugándose la vida, surgen las voces contrarias al fenómeno migratorio. El otro extremo de la miseria emerge sin dilación. Circulan condenas, gratuitas en la mayoría de las ocasiones, a actos que no se han producido. Las «leyendas urbanas», producto de la miseria mental, crecen como los hongos en el monte (aprovechando el otoño). Incluso, para dar verosimilitud a sus cansinos discursos, lo acompañan de material gráfico. Eso sí, oh casualidad, no se corresponden con los hechos denunciados. Por si fuese poco, no dudan en desplazarse hasta el lugar y, una vez allí, incitar a las masas insuflando el terror en sus raquíticos cerebros. Mucho lo habrán de estar cuando son capaces de atender a ese tipo de discursos.

En estos días se cruzaron dos hechos, con parecidas consecuencias. Uno hace referencia a acontecimientos del pasado; el otro, tiene visos de arriesgado futuro. Me refiero, por un lado, a la recientemente estrenada película documental «Palabras para un fin del mundo», en torno a la figura de Unamuno, de la que todavía no tenemos la oportunidad de ver en Canarias. Según nos cuenta su director, el documental se basa en una ingente cantidad de documentos de la época, minuciosamente revisados y llevados al guion. Entre ellos, el que hace mención al uso de la violencia y al exterminio de un tercio de la población. En estos días, cuando salió a la luz el tristemente famoso chat de militares jubilados, volvemos a comprobar cómo aún se sostiene, en algunos cenáculos, el espíritu del golpe de estado del 36. Si los miserables anteriores se conformaban con un tercio, y solo de los hombres, los actuales son más ambiciosos, elevando la cifra hasta los 26 millones, de hijos de puta según sus palabras. Existe quien aún no ve riesgo alguno en este último episodio, olvidando cómo en el pasado todo circuló por los mismos derroteros: la de acabar con un gobierno legítimo, salido de las urnas, para sustituirlo por otro ilegítimo, surgido de un golpe de estado cruento.

En definitiva, si la miseria de la carencia es algo que precisa de su erradicación, con la consiguiente devolución de la dignidad de quienes la padecen, la otra, la de la bravuconada si por algo merece ser borrada de la faz de la tierra, aparte del indigno comportamiento de quienes así actúan, también porque como consecuencia de ello, podremos regresar otra vez a la miseria que se fraguó durante la guerra civil y la posterior posguerra, que tuvo bastante de ello.


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