La Playa de San Andrés, en el municipio de Arucas, tiene personalidad propia y, además, su presencia es un regalo que la Naturaleza nos brinda para que la preservemos como bien público (antes se decía bien común, pero es lo mismo).
Esta playa, que viene a ser como el Guadiana, surge de vez en cuando y en distintos tiempos. Ya dijimos que tiene personalidad. Ahora, en estos días de principios de noviembre, luce como nunca: grande, donde el ánimo alcanza su verdadera dimensión y con su límpida arena invita a recorrerla de un lado a otro en la bajamar. Hasta hace bien poco, cubierta de piedras se encontraba: su estado natural. Pero ha decidido la playa ofrecernos un tiempo de contemplación singular y exclusivo, referente del estilo del mar en el norte de la isla. Porque el mar es la otra parte de la isla. Y, aquí, en San Andrés, después de los coches y de las casas, el Atlántico hace un alto en el camino para proponer y sugerir salud y entretenimiento; sin olvidar, por supuesto, que el peligro siempre acecha.
Es la Playa de San Andrés un capricho de la Naturaleza que ensancha el paisaje marino y nos invita a disfrutar su paseo de arena. Tiene uno la sensación, por momentos, de habitar un espacio virgen y extraordinario, donde la prisa se acaba y la mirada se pierde en el azul del horizonte. Por eso hemos dicho que se trata de un regalo. Y, como tal, esporádico.
Disfrútenla. Porque los bienes públicos son de todos y en nuestras manos está el preservar estos espacios, antes de que este capitalismo desmedido e insaciable, que a nuestro lado camina, nos arrebate lo que a todos nos pertenece.
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