Elena Villamandos: “La literatura permite la conexión con esa memoria colectiva que no tiene nombre ni edad”

Josefa Molina Jueves, 24 de Octubre de 2019 Tiempo de lectura:


Para la escritora tinerfeña, el buen texto debe “alumbrar aspectos en sombra o silenciados, aunque no nos resulten cómodos”

En relación a la presencia de mujeres en la escritura en Canarias, afirma que “era un mundo de hombres” y resultaba “muy complejo asimilar los roles masculinos, cuando tu sabías que poseías otra voz, otra forma de entender las cosas, las relaciones, incluso los temas de los que te apetecía hablar”


Elena VillamandosLa celebración del Día de la Insurgencia Cultural, que tiene lugar a nivel mundial cada 18 de agosto en conmemoración de la fecha del fusilamiento de Federico García Lorca, me brindó la oportunidad de trasladarme a la isla de Tenerife para participar en los actos previstos en su capital. Aproveché la ocasión para charlar con Elena Villamandos, una escritora ante la cual una descubre que, detrás de su voz calmada y su controlada timidez, hay una mujer apasionada, fuerte y rotunda para quien la labor como escritora no ha sido precisamente un camino de flores. Defensora a ultranza de la visibilización de la mujer en el ámbito cultural y literario, reconoce que le costó mucho decidirse a publicar. Reconoce que “ha sido un auténtico trabajo de rebeldía, reivindicación y empoderamiento llegar hasta aquí”, mientras receta el trabajo de “escribir y escribir como el ejercicio que todo buen escritor debe practicar”.

¿Qué supone para usted escribir? Llevo haciendo esto desde que tenía ocho años. Para mí es como levantarme por las mañanas. Desde luego, no siempre estoy en ello, pero sí que estoy siempre pensando en lo que he escrito, en lo que voy a escribir o en lo que acabo de escribir… Es algo que va conmigo, forma parte del día a día.

¿Escribe todos los días? Depende de la época, pero trato de escribir al menos dos veces a la semana. Mis tiempos más felices han sido aquellos en los que he estado en paro (risas). Puede parecer contradictorio pero tiene su sentido: ¡me permite escribir todos los días!

¿Prosa o poesía? Me considero narradora. La poesía responde más a una necesidad emocional de expresar algo concreto. Una realidad interna o externa que percibo de una forma muy simbólica, más relacionada con lo onírico en ese sentido y que, en mi caso, es bastante visceral.

¿Qué es para usted la literatura? Una herramienta para cambiar y enriquecer el mundo. Con ella expresamos la realidad de una forma totalmente original y alternativa. Nos convertimos así en creadores de universos paralelos. La literatura permite, a la vez, la conexión con esa memoria colectiva que no tiene nombre ni edad y que no nos pertenece de manera individual. Los escritores le damos forma, sonido y manifestación física, en forma de palabras, a esa memoria que habita esa otra dimensión que es el paralelo e invisible mundo de los personajes.

En su opinión, ¿qué debería contener la ‘buena’ literatura? Un texto que funcione tiene que ser, entre otras cosas, coherente, tanto externa como internamente. Es decir, debe lograrse una historia creíble, sin cambios extraños e injustificados de tiempos verbales, por ejemplo o recursos que no se sostengan o que no sean admisibles dentro de la propia historia que se está narrando. Ha de existir una buena conexión entre el autor y los personajes, a los que se les debe siempre humildad, honestidad y veracidad, para ser coherentes con ellos, aunque no nos sean simpáticos. El autor no debe tratar de manipular o de forzar, debe dejarse llevar por los personajes y por la historia que ellos desean contar, acompañarlos, ser su más íntimo confidente, así conseguirá la simbiosis perfecta. Además, y muy importante, el texto tiene que contar con una voz narrativa propia y potente, esto es, tiene que tener capacidad de transmitir, de contar con un poder de evocación tal que llegue al lector, que le remueva y que no deje su mundo igual cuando el lector lea el punto y final y cierre ese libro. El objetivo es que, tras la lectura, el lector no sea el mismo que era cuando comenzó a leer la historia. Lograr que algo haya cambiado dentro de él, su mirada sobre ciertos asuntos, su reflexión en torno a ciertos temas. Alumbrar aspectos en sombra o silenciados, aunque no nos resulten cómodos. 

¿Cómo se logra esa fuerza narrativa? ¿Es producto del trabajo o es una especie de don? Creo que hay de los dos elementos, por este motivo, a veces, por mucho que se trabaje, no se logra. Creo que el escritor nace pero también se hace. La capacidad de imaginar, de fantasear hasta el punto de que esas imágenes cobren tanta o más fuerza que la propia realidad que nos rodea, desde luego, opino que es una característica con la que nace la persona. Aunque eso no nos llevaría a ninguna parte si no fuese por nuestro trabajo de años, por nuestras lecturas, por nuestro esfuerzo, cincel en mano, con la palabra, con la escena y con su manera de describirla, por nuestra investigación sobre el papel en blanco y sobre todas las posibilidades que de ahí pueden surgir. Escribir y escribir, acaba siendo, finalmente, el ejercicio de curtirse que todo buen escritor debe practicar.

Narradora y poeta, personalmente, ¿el hecho de ser mujer le ha supuesto que haya tenido mayores impedimentos a la hora de publicar? Sí, desde luego. En los ambientes literarios, los que presentaban obras, los que participaban, los que formaban parte de las mesas y de las tertulias, eran siempre hombres. Las mujeres hemos sido las grandes ausentes en la historia en cualquier ámbito social que no fuese el que se desprendía de nuestro rol de amas casa y de madres y en lo profesional más allá de ser la secretaria de…, la que trabaja para el director de la empresa, el fulano de tal… He tenido mi propia empresa y hasta eso no se me ha reconocido en mi familia, el hecho de decir que yo era empresaria, era algo innombrable. Recuerdo en los años 90, aquí en Tenerife, las mujeres petábamos los primeros talleres de creación literaria que se pusieron en marcha y también en los clubs de lectura éramos mayoría, sin embargo, cosa incomprensible, no estábamos en las intervenciones públicas y apenas publicaban dos o tres mujeres, las que tenían amistad directa con los grandes reconocidos de la llamada generación del 70. En este ecosistema, las que, como yo, escribíamos, asumíamos que lo hacíamos “de puertas adentro”, era un mundo de hombres, era muy complejo aquello, asimilar los roles masculinos, tratar de ponerte a su mismo nivel cuando en realidad tu sabías que poseías otra voz, otra forma de entender las cosas, las relaciones, incluso los temas de los que te apetecía hablar, escribir. De hecho, a finales de los noventa, terminé mi primera novela pero no la publiqué hasta más de diez años después. En ese momento, trabajaba, estudiaba, tenía dos hijas y, además, escribía… como puedes imaginar, todo muy complicado. Toda la vida, desde pequeñas, viendo a nuestras madres dedicadas a la familia, cocinando, atendiendo a las visitas que venían a ver los partidos de fútbol con mi padre, en fin… Personalmente, me costó mucho decidirme a publicar. Ha sido un auténtico trabajo de rebeldía, reivindicación y empoderamiento llegar hasta aquí.

¿Cuándo cambió esta situación? El asunto de la visibilidad de las mujeres escritoras y la reivindicación que esto conlleva es muy reciente. De hecho, trabajando, ya casi concluyendo mi segunda novela, regresé al ambiente literario del que había huido años antes, harta de tanto machismo intelectual, y entonces me quedé sorprendida de la cantidad de presencia femenina que había ganado el mundillo de las letras; esto hizo que me sintiese más cómoda, desde luego. Sin embargo, repito, todo esto aquí en Canarias, es relativamente reciente y he podido percibir que, incluso, dentro del colectivo de mujeres, incluso, dentro del colectivo de aquellas que alzan la bandera feminista, en muchas ocasiones se continúan repitiendo los comportamientos machistas, también entre nosotras, porque claro, el problema ya no es solo de género, el problema es de estructura, de conciencia y de cómo nos relacionamos con el poder. Otro fenómeno que contribuyó al surgimiento de la voz femenina en la cultura y en su presencia pública en general ha sido la crisis económica y laboral que levantó auténticas barreras de oportunidades y que, como en todos los ámbitos de la sociedad, hemos sufrido más las mujeres que los hombres. Con todo este panorama nos hemos visto obligadas y obligados a hacer una buena revisión del sistema de organización social y de nuestra manera de relacionarnos con él que, desde sus bases y su origen ha sido patriarcal, lo que ha provocado un necesario cambio de conciencia y la unión de los esfuerzos de todas las mujeres del mundo hacia una misma dirección. Claro que esto es solo el principio, queda aún un largo recorrido, aunque opino que estamos en lo que podríamos denominar como el punto de no retorno y esto, ya de por sí, es importante. A este fenómeno mundial de desarticulación del sistema heteropatriarcal hay que decir que también ha contribuido y mucho el desarrollo de la tecnología y de los nuevos medios de comunicación global, ya que sin la red de internet no habría cobrado la fuerza que ha cobrado.

A la hora de escribir, ¿tiene algún tema que le obsesione más que otros? No es algo que me plantee cuando me siento a escribir pero supongo que sí. Me obsesiona mucho la muerte, la soledad, la locura. Me obsesiona el rechazo, tanto el de otras personas como el de los grupos humanos. Me obsesiona la perversión, la impunidad, las luchas de poder, el deleite en el sufrimiento ajeno. Me obsesionan las relaciones familiares, los legados que nuestra educación nos deja, como marcas imborrables para el resto de nuestra existencia. Cómo la mayor parte de las cosas que nos definen no las elegimos nosotros, nos vienen dadas desde incluso antes de nacer y no somos siquiera conscientes. Me obsesiona todo lo que supone pisotear los derechos ajenos, ya sea de las personas, de los animales, de las plantas, de los objetos, de los espacios, del aire que respiramos, lo que manipula, agrede y coacciona la libertad que tiene cada ser de este planeta de ser lo que es y como es. Y dentro de estas líneas de obsesión y muchas más de las que no voy a hablar ahora porque saldría de aquí una larga lista que ocuparía desde luego el resto de la entrevista, es que me muevo con los personajes. Así acaban las obsesiones, manifestándose en personajes que se me aparecen, a veces en forma positiva y muchas de las veces en la forma más déspota y malvada, para que escriba sobre lo que el propio personaje desea contar. Trato de entenderlo y sobre todo de gestionarlo y, a base de escribirlo, como digo yo, consigo exorcizar mis demonios. El exorcismo tiene un tiempo de duración, después comienza de nuevo el ciclo.

¿Para quién escribe Elena Villamandos? No lo sé, es una pregunta sin respuesta. No escribo para nadie, escribo para algo y, sobre todo, por algo.

portada Egipto¿En qué nuevos proyectos está inmersa? Ahora mismo acaba de salir publicado mi último libro que se titula ‘Egipto’, que es un poemario rabioso y maldito, que lleva un gran mensaje de fondo y que hay que leer desde su primer verso hasta su último para comprender el poder transformador y transgresor que proclama. En cuanto a nuevos proyectos acabo de finalizar un relato largo y ahora estoy con la revisión de mi antología de cuentos, además de tratando de retomar las riendas de mi tercera novela, que emigró con su segundo personaje al norte de Europa y que, desde entonces, le perdí el rastro.

¿Qué libro salvaría de la quema? Todos, no soy quién para decir qué libro merece o no ser quemado. Pero ya que lo preguntas diré que cuánto me hubiese gustado que todos aquellos textos que desaparecieron durante la quema y el posterior saqueo de la antigua biblioteca de Alejandría no hubiesen sido nunca presas de las llamas. Cuánto pensamiento humano ha desaparecido para siempre de la faz de la tierra por culpa de la censura y de la pretendida hegemonía intelectual, religiosa y cultural que muchas grandes potencias han querido instaurar a base de lo que fuera.

¿Qué libros deberían de estar en todas las bibliotecas? Por lo mismo, todos. Ojalá todos los libros pudiesen estar al alcance de todos y todas. De lo que se trata no es de censurar, de lo que se trata es de educar el desarrollo del pensamiento crítico de la gente. Que cada quien se acerque al libro que quiera, pero que lo haga con el conocimiento y con la fuerza reflexiva que la apertura a una conciencia más justa, igualitaria, tolerante, cooperativa e integradora requiere.

¿Qué personaje de otro autor le hubiera gustado crear a usted? Pereira, de Antonio Tabucchi. Cuánta ternura me transmite...

Para finalizar, ¿con qué autor o autora le gustaría sentarse a tomar un café o compartir una comida para hablar de literatura? Con John Steinbeck, por cierto, pediríamos muchas uvas rabiosas de postre y luego tendríamos que tomarnos todas las botellas de vino del restaurante para soportar la mala digestión que tanta ira dejaría en nuestras tripas, jajaja. Ah, y seguramente, nos iríamos sin pagar, la crisis estaría mordiendo los bolsillos de ambos, me temo.

Charlar con Villamandos es algo así como someterse a un chorro dialéctico de emociones: exige tener los oídos muy abiertos y escuchar con atención. Cada una de sus palabras, de sus ideas, de sus mensajes, conforma de pelotazo que te da directo en la cara y te empuja a pensar, algo que, desde luego, admiro sobremanera. Concluyo la entrevista con la sensación de encontrarme solo en el inicio de un camino compartido en este extenso mundo de la escritura. Espero que la magia poética de Lorca que nos acompañó durante aquella tarde de agosto en el parque Weyler, siga revoloteando con fuerza, como solo la magia de la poesía puede hacerlo.


Elena Villamandos González (Tenerife, 1971) . Narradora y poeta. Autora de la novela “Pasajeros del tiempo” y del poemario “Poética y Vida”. Ganadora del premio de cuentos de Caja Canarias en el año 1996 y del premio del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife con el conjunto de relatos “Curiosas Ataduras” en el año 2000. Algunos de sus escritos han aparecido en diferentes antologías de microrrelatos y de poesía, tales como “Pluma, tinta y papel”, “Universo de libros”, “Perdone que no me calle” y “Mujeres 88. Antología de poetas canarias”. Su testimonio como autora ha sido recogido en el libro “Escritoras en su estudio”, de Fabio Carreiro Lago y Leticia Díaz Polegre, trabajo de investigación sobre las actuales escritoras de Canarias. Miembro de la Asociación de Escritores de Tenerife (ACTE), asociada y partícipe de encuentros de escritores, mesas redondas, recitales y presentaciones diversas. Reseñas suyas han sido publicadas en periódicos y en revistas enfocadas a la literatura y al arte, tales como el periódico “Diario de Avisos” y la revista digital “Dragaria”. Ha coordinado talleres de creación literaria en la biblioteca pública del TEA y en el centro de enseñanzas artísticas Rayuela. Escritora y responsable de publicaciones del blog de literatura erótica “Las edades de Rut” e integrante del grupo poético “Voces desde la intimidad”.


 


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