La campanada

Durante este fin de año, tal y como se han encargado de recordarnos, el reloj de la Puerta del Sol nos advertirá en dos ocasiones de la llegada del nuevo. La primera, cuando toque manteniendo la cronología temporal correspondiente, la propiciada por el régimen del 36 para compartir –también eso– huso horario con Berlín. La siguiente, sesenta minutos después, para reivindicar la hora menos del Archipiélago Canario. Todo surgió cuando se mostraron airados, por aquello de no llevar a cabo los cambios horarios de invierno y verano, porque estuvimos a nada de quedar sin ese diferencial horario. Como si con ello nos fuese la vida. Alegaron, para evidenciar su enfado, que se iba a perder una oportunidad, la de ser recordados cada sesenta minutos, merced a esa diferencia horaria. Tengo para mí (cosas mías vamos), que algo debe ir muy mal si, para dar visibilidad al Archipiélago, hemos de acudir a tan singular y artificioso hecho.

La gracia tiene su recorrido. Allá que fueron, a la Metrópolis claro, Clavijo y uno de sus consejeros (quien tanto anduvo hasta que lo logró), a firmar con el de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido, un acuerdo solemne. El referido, según se encargaron de decirnos, consiste en dar marcha atrás al reloj –que es bastante conocido en los suelos patrios– para que, sesenta minutos más tarde vuelva a repetir las doce campanadas. Podríamos decir, en rigor, que el inminente 2019 tendrá una hora más en la Comunidad de Madrid. Con lo de mover relojes, ya algo está sucediendo con un sketch anunciador del «acontecimiento histórico y excepcional», si nos atenemos a los términos del comunicado emitido por el Gobierno Autonómico. No solo ello, sino con los ensayos realizados, aprovechando el cambio horario entre el verano y el invierno.

Volvamos al vídeo promocional, ese que diseñaron al modo «clave de ja», que debe ser como concibe nuestro Gobierno regional la idiosincrasia canaria. Por no utilizar otro apelativo más crudo, resulta de una majadería exasperante. Un corto, que a pesar de los escasos minutos, no le faltó tiempo para ir sembrando sin tregua hasta el último tópico del nacionalismo ático. En ocasiones, cuando se observan tales actuaciones, no sabes quién puede caer tan bajo o, si por el contrario, se lo encargaron al enemigo. Sí, lo adivinaron, a ese mismo que llamaba Gila a través del teléfono. Lo más grave, que con dinero público, el mismo que hurtan a los servicios básicos de Canarias, nos dejan como estúpidos frente al televidente al que vaya dirigido dicho anuncio promocional. Si lo buscado –tal parece– es promocionar Canarias como destino turístico, quizá tengan otros medios y otras acciones que resulten más eficaces, incluso menos onerosas para el erario público. Ya sabemos cómo se las gastan, en lo que a promocionar las islas se refiere, quienes nos llevan gobernando desde los inicios casi de la autonomía

Sea lo que fuese, la campanada ya está dada, antes del 31, e incluso adelantándose a la madrileña, con cuyo presidente fueron a retratarse, con el reloj como escenario del posado. Mientras, para entretener al personal, recurrimos al enemigo exterior, profiriendo mensajes de escasa credibilidad, al menos no nos muestran las pruebas fehacientes del desvío de los fondos canarios para las infraestructuras catalanas. Ven si no, ese viaje de urgencia del señor Clavijo, quizá para comprobar in situ los efectos de duplicar las doce campanadas. Siempre se ha dicho, a río revuelto ganancia de pescadores. Si no, pregunten en Andalucía, a ver qué pescadores echaron las redes y lograron una más que apetecible captura.