El verano nos une...
Llegó el verano, la estación propicia, la estación del transbordo y acaso la del último tren. De ahí su enigma mágico... Prestigioso y absoluto, el verano se abre...
Es una fracil plaza concurrida. Bajo sus soportales se besan los amantes transitorios, bebiendo sus refrescos, se acarician y una música suave o estridente espesa el aire y lo hace irrespirable. La extraversión vacía a los conversadores, solo queda su hermosa superficie. Todo es deseo aquí, complicidad y acecho, algarabía. La desnudez echa en cara su triunfo a quien la mira. Surge la confidencia, veloz e imaginaria.
Todo en verano cambia de color: su brillo amortigua el de las cosas, la mirada, la piel, el paso de la luz, y todo bulle, reduce, se exhibe, canta, se engríe. Entre cigarras y grillos se desliza su declaración el chichisbeo. La pasión y la temperatura, pasajeras las dos humedecen los cuerpos... son las primeras horas y el viento gime por las montañas acercándonos el olor de los brezos y eucaliptos, son el alisio del aire que nos recuerda que San Pedro nos toca la nariz para vernos en La Rama. El valle se viste de poderío su encanto tienen a los dioses en las puntas de los dedos...
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